lunes, 9 de octubre de 2017



Vivir en la Crítica y el Juicio 

 No es más feliz el que juzga y critica sino el que acepta y tolera. 

No hace falta ni tan siquiera comprender, solo aceptar.

Alguien preguntó ¿Por qué mi vida es tan gris? ¿Por qué sufro tanto? ¿Por qué me siento injustamente tratada por la vida? ¿Por qué Dios no me ayuda?
Alguien contestó: ¿Cómo son tus pensamientos? ¿Qué piensas de ti? ¿Qué concepto tienes de los demás? ¿Vives la vida como quieres y sientes, o lo haces según crees que debes vivirla? ¿Qué condiciones te has impuesto para ser feliz? ¿Crees que la felicidad tiene un precio?
Muchas veces las respuestas vienen en forma de más preguntas, que nosotros siempre podemos responder.
Vivir continuamente en la crítica y en el juicio nos lleva directamente a la vida gris y al sufrimiento. Siempre tendemos a criticar la actitud ajena por no ser como la nuestra, pero también nos autocriticamos por no haber hecho las cosas como otros querían. Juzgamos a personas,  estilos de vida,  países, pensamientos, ideas…hasta juzgamos a Dios, creemos que no es perfecto y que nos debe explicaciones a las dificultades de nuestras vidas. Aunque pensemos que culpando a los demás, incluso a Dios, nos liberamos de nuestra  responsabilidad en la vida, estamos equivocados, porque quien juzga al prójimo o a Dios, se juzga a sí mismo.
No podemos comprenderlo todo desde nuestra mente limitada, debemos ampliar nuestra capacidad de comprensión desde nuestro corazón, aceptando que estar en esa constante actitud  de crítica y  juicio nos debilita y que no nos conduce hacia nuestros deseos, ni a vivir en la paz que todos nos merecemos, y que Dios, ese Ser al que juzgamos o negamos, quiere que sintamos. Si queremos ser felices tendremos que ser flexibles, no endurecer nuestro pensamiento hasta convertirnos en piedras ásperas y grises. La verdadera fortaleza se encuentra en la flexibilidad. Hay que seleccionar los pensamientos, no luchando contra ellos sino aceptando que circulan por nuestra mente y que los podemos reconocer y dejarlos pasar, para que su lugar lo ocupen pensamientos de aceptación y tolerancia, libres de condiciones, pudiendo así, vivir en constante amor.
No es más feliz el que juzga y critica sino el que acepta y tolera.
No hace falta ni tan siquiera comprender, solo aceptar.

Fuente:
https://www.facebook.com/Unas-horas-de-Luz-